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En cuanto al sector vino, cree que la disponibilidad de agua será el gran reto de la viticultura californiana, tan serio que pudiera obligar a California a replantearse su enfoque en la Cabernet Sauvignon en solitario, ponderando ensamblajes con esa uva o alternativas con otras variedades como ya se ha mencionado se considerará hacer en Napa Valley.

Pero el vino en Estados Unidos ya no se circunscribe a California u otros estados de ambas costas del país, sino que empiezan a aparecer nuevos lugares con producciones de buena calidad. “Idaho, Nuevo México, Colorado, Michigan son algunos estados productores en los que se elaboran buenos vinos con variedades clásicas e híbridas y un gran enfoque a la calidad, pero sus producciones aún son exiguas. El crecimiento de sus industrias estatales de vino dependerá de la inversión que grandes empresas puedan hacer en su sector”, explicó, expresando también su inconformidad por los aranceles que ha impuesto el gobierno de los Estados Unidos a muchos vinos extranjeros. “¿Por qué penalizar a nuestros consumidores?”.

¿Qué tendencias veremos en el vino? Contrario a lo que algunos puedan creer, a Spellman no le parece que se vaya a ver demasiado vino con cannabis, pero sí que continuará el gran interés que han despertado los vinos naturales, incluso cuando muchos muestren defectos por problemas en la elaboración. Asimismo continuará la preferencia por los blends, quizás el estilo que domina la escena vínica actual, por encima de los monovarietales. “La imagen también se ha vuelto muy importante y hay una nueva generación que tiene muy en cuenta todo el tema del cambio climático”, añadió a DiVINIdades.

La Cava de Serrallés distribuye en Puerto Rico los vinos de Justin y Landmark Vineyards, que están presentes en sus tiendas, además de en vinotecas y restaurantes de la Isla.

 

7 de diciembre de 2019. Todos los derechos reservados ©

 

 

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En esa misma línea se situó el Landmark Overlook Pinot Noir 2016, un tinto con uvas procedentes de varias zonas de California y un envejecimiento de entre 10 a 15 meses en barricas de roble francés, de las que una tercera parte es nueva en cada añada. Este tinto fue muy goloso y aromático, con recuerdos a pimienta, frutas azules y fruta oscura, cedro y sotobosque, y grata fruta, delicado especiado, cuerpo ligero y buena persistencia en boca.

Junto con su rol de embajador de Justin y Landmark, Joe Spellman es también uno de los directivos de la Corte de Master Sommeliers, que este 2019 impuso nuevas reglas que restringen de manera muy estricta la participación en cursos avanzados de la Corte, limitándola exclusivamente a quienes laboran en la industria de alimentos y bebidas.

“Creo que se nos fue la mano con que todo quien quisiera probar conocimiento. Fue muy fácil interesar a la gente, pero difícil de parar y por eso hemos impuesto estas nuevas exigencias”, señaló sobre la obsesión de titulaciones que ha convertido al sector vino en un verdadero rally de certificaciones. “Debe de haber cursos más básicos para quienes comienzan”. Hoy hay 175 Master Sommeliers en los Estados Unidos y, aunque la Corte hace esfuerzos educativos en países hispanohablantes del hemisferio, Spellman opina que en Latinoamérica aún hay mucho por construir.

 

Ese carácter complementario no se circunscribe a la filosofía elaboradora, sino que también abarca la logística y la operación, ponderando eficiencia y proximidad. La realidad es que las viñas de esta bodega se esparcen, además por el valle de Sonoma, también por Santa Barbara y Monterey. Al localizarse en puntos distintos de norte y sur, las bodegas procesan uva y ejecutan operaciones conforme la facilidad de bodega que más cerca quede en su momento, independientemente de si corresponde a una etiqueta o a otra. De este modo, uvas que puedan destinase a Justin pueden procesarse en las facilidades de Landmark si quedan más cerca sus viñas, y viceversa. De hecho, es en Justin donde se embotellan los vinos de Landmark.

Los símiles con Borgoña se retratan en la línea Landmark Overlook, que cuenta con espléndidos Chardonnay y Pinot Noir en la línea de los franceses de esa región. El Landmark Overlook Chardonnay 2017 se elaboró con uvas procedentes de los mejores viñedos con más de 40 años en varias zonas a lo largo del Central Coast. Este blanco tuvo aromas a delicada manzana, citricos, pan tostado, bollería, un poco de café en polvo, y un pase por boca suave y goloso, con un toque de madera bien equilibrado, redondo y untuoso en boca, donde mostró un cuerpo ligero y buena acidez a pesar de no ser prolongadamente persistente. El vino realiza su fermentación y crianza en barrica francesa, así como crianza en lías que lo expone como un vino muy borgoñón.

 

Pero no todo Justin es tinto, ya que la bodega elabora también blancos de Sauvignon Blanc y de Chardonnay, aunque se ha ido inclinando por la primera variedad, de manera consistente con la línea bordelesa que caracteriza su producción y la creciente demanda del mercado por vinos de Sauvignon Blanc.

Por ello no fue de extrañar que ésta fuera una de las variedades escogidas para JNSQ, un nuevo concepto de vinos que Justin estrenó en 2018 y que al contenido líquido suma la forma de atractivas botellas para envasarlo. El JNSQ blanco ensambla Sauvignon Blanc, pero con un interesante condimento de entre 15-18% Pinot Gris. La Pinot Gris aporta otro matiz y textura en boca a esta etiqueta, menos exuberante que otros monovarietales de Sauvignon Blanc, y un pase por el paladar un poco más untuoso, con recuerdos aromáticos a manzana y sutiles cítricos, envueltos en flores blancas y una boca salina y mineral. El Rosé es un ensamblaje de blancas y tintas, también con algo de Pinot Gris, pero además Viognier, Syrah y, sobre todo, Garnacha, suma que crea un rosado con más cuerpo que el rosado de Cabernet Sauvignon y Syrah del Justin Rosé, un vinos rosado verdaderamente adictivo de la línea principal de etiquetas de Justin.

Pero no acaba en los Justins la historia de Justin que, además de en el Central Coast californiano, ha puesto también un pie en el valle de Sonoma con Landmark Vineyards.

Landmark precedió a Justin en edad. Fundada en 1974, en 1989 Landmark se mudó a Sonoma, un periplo paralelo a su importante trayectoria en la industria del vino de Estados Unidos que incluso llevó a sus vinos a servirse en la Casa Blanca durante durante cinco administraciones presidenciales.

En 2005 Landmark rehizo sus viñedos y en 2011 fue adquirida por el conglomerado de Justin, como resultado del recíproco buen entendimiento en el que Landmark se presentó ante Justin como un adecuado proyecto estratégico dentro de sus acciones de expansión, complementando un enfoque vínico que si inclinaba a Justin por lo bordelés a Landmark Vineyards lo hacía por lo borgoñón.

 

Si bien la Cabernet Sauvignon ha ido aumentando su presencia en Paso Robles, en la región también ha crecido la presencia de variedades internacionales como la Syrah del Ródanos y otras como la Aglianico, la Tempranillo o la Touriga Nacional.

La Cabernet Franc, progenitora de la Cabernet Sauvignon, es acompañante en la ecuación de los Justin, que en la década de 1990 llegaron a tener un vino monovarietal de esta primera variedad, pero sin el éxito esperado. Fue, no obstante, el trampolín para el Justin Justification 2015, que suma Merlot (57%) y Cabernet Franc (43%), acoplados durante un período de tiempo más prolongado, ya que el vino pasa 19 meses envejeciendo en roble francés, mitad usado y mitad nuevo. Es un vino hecho para carnívoros, equilibrado y fino en nariz , con aromas a mermelada de fruta oscura, vainilla, tabaco, hierbas aromáticas e incluso pimiento morrón, que en boca se explaya en su fruta, con una pizca especiada a canela y un pase envolvente, con taninos dulces, elegancia y buena acidez.

El cuarteto tinto se redondea con Justin Savant, un ensamblaje de Syrah y Cabernet Sauvignon, y con el Justin Isosceles, un premiado triángulo de Cabernet Sauvignon (85%), Merlot (7%) y Cabernet Franc (8%), que en su añada 2016 reveló una nariz muy afrutada y tonos de fruta oscura, sazonada con vainilla, toffee, pimienta y un punto torrefacto a caf. Su boca fue una boca envolvente y más integrada gracias a los 22 meses que envejeció en roble francés nuevo, ya que Justin solo emplea barrica francesa en sus vinos más premium.

El potencial gastronómico de estos tintos se demostró sin reservas en armonías con filetes de res, de cerdo y costillares de cordero, acompañados de varias versiones de papas, desde las casseroles de papas gratinadas con queso a papas fritas en aceite de trufa.

 

La bodega también elabora Justin Obtuse, un vino fortificado y dulce, que sigue el estilo de los vinos de Oporto portugueses.

Y es que tres décadas atrás apostar por la Cabernet Sauvignon en la zona sí que era innovador, ya que lo que había predominado por mucho tiempo en Paso Robles era la Zinfandel, una variedad hoy en declive. Fue precisamente la Cabernet Sauvignon la locomotora de la propia Justin, hoy propiedad de Fiji Water y parte de un conglomerado de empresas que, entre otros, produce frutos secos o jugos de fruta granada.

Ese Justin Cabernet Sauvignon 2017, etiqueta conmemorativa de aniversario que envejeció por 14 meses en barrica de roble americano, es un dechado de fruta de baya oscura y madura, con matices especiados, un punto de aceituna y recuerdos balsámicos en nariz, que terminan en boca con frutosidad, redondez y equilibrio. Un equilibrio delineado en el triángulo que se ha vuelto imagen de la bodega, simbolizando en cada ángulo la intensidad frutal, el alcohol y los taninos, pero también las variedades Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc que dan forma a los ensamblajes de Burdeos, inspiración de los de Justin, en un perfecto encuentro en botella de Viejo y Nuevo Mundos del vino.

Parte importante de esa ecuación es el manejo del viñedo, en el que emplean búhos para controlar las plagas y se sigue también una filosofía biodinámica y de mínima intervención a la hora de la vendimia. La altitud superior a los 1800 pies (uno 550 metros) en los viñedos de Justin, aporta acidez y frescor.

La Cabernet Sauvignon abre el abanico tinto de los vinos de Justin, que a su etiqueta bandera luego añadió otras tres, elegantes y afrutadas y en ensamblaje de variedades, como es la línea en Burdeos y una de las tendencias más en boga en la actualidad.

Ubicada entre San Francisco y Los Angeles, Paso Robles es una de las zonas vitivinícolas más al sur del Central Coast californiano, una franja considerada la mejor zona para cultivar uva y elaborar vino en el estado de California. A esta aptitud contribuyen los grandes contrastes de temperatura entre día y noche, que ayudan a la maduración de las uvas; la proximidad al Oceáno Pacífico, que otorga un clima benévolo de aire fresco; colinas de diferentes altitudes; y unos suelos calcáreos para crear vinos con personalidad y con taninos concentrados y balanceados.

“No podemos ser exactamente estilo bordelés en Paso Robles por el clima, pero el lugar especial que halló Justin conjugando suelo, la altitud y otros elementos sí que es propicio a esta noble variedad francesa”, apuntó el Master Sommelier Joe Spellman, embajador de Justin, quien tras cuatro años y medio de ausencia regresó al Caribe para celebrar el 30mo aniversario de la añada fundacional del Justin Cabernet Sauvignon.

 

Corría 1988 cuando Justin Vineyards introdujo al mercado un tinto que apostaba por la Cabernet Sauvignon como estandarte de una región que comenzaba a forjarse en California. El éxito de aquella cosecha fundacional sería de tal magnitud que llevaría a la bodega a expandir la superficie de viña plantada con esa variedad a modo de anticipar el crecimiento que tendría en las décadas por venir.

Parecería una historia poco novedosa, pero lo que la hace singular es que las uvas no se habían plantado en zonas más clásicas como el valle del Napa o el de Sonoma, sino en Paso Robles, donde a inicios de los ochenta Justin Baldwin supo intuir confluían las cualidades idóneas para el cultivo de la vid. Así determinó adquirir en aquella zona, entonces poblada de robledales, un terreno para plantar viña de forma muy planificada, poniendo así el cimiento de lo que sería Justin Vineyards and Winery, un proyecto de bodega fundado en 1981 y que pronto empezó a crecer, impulsando en ese crecimiento a toda la comunidad de Paso Robles, una en la que entonces escaseaba la viña a pesar de haberse cultivado uva en la época colonial.

JUSTIN: un triángulo de Burdeos, Borgoña y California

 

Fotos: Viajes & Vinos y Justin Vineyards, (C)